viernes, 25 de mayo de 2012

Un cuento ateo

Ser ateo en un país cristiano/católico (por constitución) puede ser alienante.  Pero no fui ateo toda mi vida...  Aunque nací ateo (como todo ser humano), fui criado y adoctrinado en una familia católica; y, viviendo en la misma calle que lleva a una iglesia, era de esperar que tomara un interés temprano en los temas religiosos.  Como siempre, la geografía juega un papel importante en determinar la religión que profesas.

Hubo un tiempo, muy temprano en mi vida, en el que incluso mis padres pensaron que me ordenaría como sacerdote.  Empezó cuando tendría unos 7 u 8 años, en plena edad de Primera Comunión (la edad de la discreción), había leído muchos pasajes de la Biblia, los cuales entendía poco o nada, pero que, gracias a las maratones religiosas de Semana Santa en las que mostraban toda clase de representaciones artísticas de los pasajes más pop de la Biblia (películas, mini series, dibujos animados), y gracias a la ayuda de los catequistas, que se tomaron la molestia de iluminar mi mente vacía pero inquisitiva, pude "entender" de la manera "apropiada" (y sancionada por la respectiva autoridad) los caminos claro-oscuro de la Fe. Esta etapa religiosa duró varios años, curiosamente nunca fui monaguillo (nota personal: averiguar por qué nunca fui monaguillo), hasta que finalmente se fue desvaneciendo mi interés quasi fanático por el tema. En ese momento mágico en el que me llamó más la atención las niñas que iban a la iglesia, que el mismo sermón repetido del padre... el padre José.

El padre de nuestra iglesia se llamaba José Rotellini. El tipo era todo un personaje. Con voz rasposa y acento italiano, con la apariencia de haber vivido mucho más de lo que uno se podría imaginar de un sacerdote, y con unas manos enormes y toscas que, cuando pasabas cerca y descuidado, te apretaba las mejillas tan duro que te quitaba las ganas de volver a la iglesia.  Pero siempre volvías, la familia asistía junta a la iglesia y, entrando en mis años de rebeldía, los domingos en la iglesia se convertían más y más en una obligación mas que una convicción. La partida del padre José hizo aún menos divertida la misa de los domingos (si es que fue divertida en algún momento), ya que los curas que siguieron a la icónica figura fueron tan solo sombras mal hechas de su predecesor.  Aveces imagino lo interesante que hubieran sido las conversaciones y discusiones que pude haber tenido con el padre José, si nuestros tiempos hubieran coincidido mejor.

Durante mis años de pubertad observaba los rituales de la iglesia como reglas de facto que eran necesarias para convivir en sociedad, así que realicé el sacramento de la confirmación como "buen cristiano".  Pero en general los años de mi adolescencia fueron religiosamente neutrales, y mi desinterés en la iglesia se debía más a mi rebeldía frente a la figura de autoridad que a cualquier otro tema.  Aún así creía que existía un Dios que hacía que las cosas pasaran, o no; supongo que el adoctrinamiento y el constante mantra de "si Dios quiere" o "primero Dios" fueron métodos efectivos para aceptar sin cuestionar. Así, mis años de escuela pasaron de lo más normal, sin mucha interacción con la religión aparte del alguno que otro domingo obligado o por cualquier fiesta católica (las cuales son muy difíciles de ignorar cuando vives a unos cuantos pasos de una iglesia).

Mi época de universidad fue más bien de búsqueda (aunque bastante infructuosa) del amor y no le daba importancia mayor a la religión. Para mi el tema se había convertido solo en un hilo más del tramado de la vida, pero sin ningún color adicional, nada que aportar o quitar a mi intelecto o a mi condición humana.  En la universidad, recién iniciando la preparatoria conocí a quien se convertiría en mi esposa, pero tuvieron que pasar mas de 10 años para que la convenciera que yo era su alma gemela.

Aparte de mis estudios, nada  importante (religiosamente hablando) pasó en mi vida en ese lapso de tiempo, así que adelanto el cuento 10 años... FFWD!

Increíble! logré convencerla y me casé con ella! La vida me sonreía! Nuestro noviazgo fue bastante corto (un año mas o menos) ya que teníamos una muy buena amistad que perduró a través de todos los años de universidad, nuestra relación evolucionó de una manera muy natural.

Un buen día Vanessa me enseño sobre el libro "Los Siete Habitos..." de Stephen Covey (fácilmente en el top 5 de libros importantes que he leído en mi vida) y Vanessa me explicó y ayudó a entender conceptos profundos e importantes que me hicieron darme cuenta que, tristemente, mucha parte de mi vida solo pasó por mí... Pero finalmente había encontrado un método lógico y racional con el cual poder medir y evaluar mis acciones.  Fue en ese libro que encontré un marco de referencia moral mucho más fuerte y estable que las fábulas religiosas que aprendí de pequeño.  Esas fábulas que te dicen una cosa, pero en realidad significan otra, y que varias personas interpretan convenientemente como les da la gana.

Al tener libertad e independencia en mi vida, simplemente dejé de ir a la iglesia.  Sentí que había escuchado tantas veces el ciclo anual de sermones, que ya había pagado mi cuota de sacrificio.  Así que me dediqué a enriquecer mi relación y a disfrutar de nuestros primeros años de matrimonio.

Pero aún creía que existía Dios (o al menos una versión muy personal y disminuida de el sujeto), y aún pensaba que ser ateo era una posición muy "radical"; que habían cosas para las cuales no había otra explicación que "Dios lo hizo así".

Cuando me preguntaban por mi religión, decía que no era religioso, pero nunca decía que era ateo.  Y aunque no estaba de acuerdo con las formas en que se manejaba la iglesia, aún estaba convencido que la organización católica era fácilmente justificable, basado en la cantidad de "almas" que salvaban.  Así que por varios años traté de mantenerme al margen del antagonismo religioso y me consideraba un católico no practicante.

El punto de inflexión en el cual finalmente empecé a cuestionar completamente mi idea de Dios (que ya estaba bastante deteriorada por falta de uso) y su papel en el universo, fue el día que empecé a leer el libro La Rebelión de Atlas de Ayn Rand.   Rand, por medio de su novela épica, describe un patrón de referencia coherente de realidad y moralidad, utilizando la razón y la lógica como pilares clave de sus disertaciones.  Utilizando caracteres fuertes y heroicos para definir los puntos principales en los cuales basa su filosofía (Objetivismo Epistemológico).

Luego de leer "Atlas",  me intrigó mucho el tema y me decidí a investigar mas sobre la filosofía de Rand, encontré otras de sus novelas que también me gustaron, pero fueron sus libros sobre filosofía los que me ayudaron a "tomarme la pildora roja".  Es en ése momento que empecé a cuestionarme profundamente sobre temas de religión, filosofía, moral, política, economía, y empecé a ver diferente el mundo.

Haciéndole eco al dicho "El que busca encuentra", empecé a toparme también con libros críticos de religión, de autores como Richard Dawkins y Sam Harris, y mi idea del ateísmo como algo radical o anti-moral cambió para siempre.

Entendí que ningún comportamiento positivo de la humanidad es exclusivo a una religión; principios universales como la bondad, la caridad, la honestidad, y muchas otras características que han ayudado a nuestra evolución como sociedad son la expresión de nuestros cerebros evolucionados y sus intrincadas conexiones neuronales, y no un regalo de un amigo imaginario.

Comprendí también que al hacer una acción solo por el valor de la acción en sí (hacer el bien porque es bueno) es mucho más gratificante que hacerla en búsqueda de un boleto para entrar al cielo (o evitar ir al infierno).  Y finalmente acepté que tal vez no conozcamos todas las respuestas a las grandes preguntas que nos hacemos (aún),  pero eso no nos da un pase gratis para saltar a la conclusión que "Dios lo quiso", simplemente debe alentarnos a investigar más a fondo las causas ultimas de las cosas que vemos.

Así que hoy puedo decir finalmente que soy ateo, puedo decir que rechazo toda forma de misticismo, que soy libre de los poderes sobrenaturales y la magia, y que solo temo a lo que me puede hacer daño físico o mental (y a las cucarachas!). Puedo decir que llevo una vida (mayormente) coherente y que estoy en la búsqueda constante de la verdad, trato al máximo de basar mis decisiones en principios, y trato de mantenerme encaminado por medio de una constante introspección y auto crítica.

Mi meta como individuo es simple: "lograr mi paz mental, libre de excusas por las cuales justificar lo malo y de espíritus a los cuales agradecer lo bueno".  Acepto lo que viene, pero solo si no puedo cambiarlo y luego de cuestionarlo hasta saciar mi curiosidad, y vivo cada día pensando en el legado que voy dejando, en los principios que le inculco a mis niños, en lo inmensamente rico que ha sido vivir junto a mi esposa, y con la esperanza que el trabajo que voy realizando rindan frutos duraderos.

Paz.

jueves, 29 de marzo de 2012

Respuesta al test del buen cristiano


Mi estimado amigo Raul Altamar (escritor panaxicano o como se le diga a los que no son ni de aqui ni de allá, sino todo lo contrario), escribió un excelente artículo en la revista Siete llamado el test del buen cristiano

Como siempre Raul tiene un don para expresar ideas y ponerte a pensar cosas que regularmente no se tocan en medios tan pop...  Mi respuesta la puse pero no se si la publiquen por larga y tal vez por controversial?

De todos modos, como yo no soy super yeye como Toño que me publican los escritos en Siete, yo igual expongo mi punto de vista en mi blog pobretón.

Esta es mi respuesta.

Excelente articulo, y desde un punto catolico me parece bastante claro y acertado… Pero como ex catolico, puedo dar una perspectiva adicional a tu comentario.

El amor al projimo es dificilmente un monopolio de las religiones. Siendo Ateo puedo decir que realmente amo a mis hijos y a mi esposa, así como a mis padres y hermanos. Y escojo voluntariamente darle un lugar importante en mi vida. Desde mi punto de vista, la escogencia voluntaria del bien por el hecho de ser el bien, tiene mas valor moral que hacerlo porque estas siguiendo una regla predeterminada.

No concuerdo que la humildad sea una virtud, más bien una cualidad deseable en la vida civilizada desarrollada para no ganarte enemistades que tengan menor grado en algunas cualidades personales. Siempre te vas a encontrar personas que tienen aspectos de su vida más desarrollados que algunos aspectos de la tuya (fiscamente, economicamente, intelectualmente). Creo que la humildad es más bien un mecanismo de empatía para evitar hacer sentir mal a las personas en desventaja. Pero hay que encontrar el tiempo para estar orgulloso de lo que uno hace bien.

La caridad tambien es deseable, pero tampoco creo que sea monopolio de un ambiente religioso que se practique (o como algunos dicen responsabilidad de los gobiernos). Y nuevamente, el hecho de hacerlo solo para ganarte el cielo o evitar el infierno me parece hipocrita. Hacer el bien solo porque es bueno, da mucho más valor al acto de caridad. La caridad no debe ser compulsiva, ni coaccionada.

En una nota más atea, pienso que el declive de la religión se deberá a la falta de necesidad de una estructura religiosa y de un ser supremo para explicar los fenómenos naturales (de los cuales la ciencia nos permite saber más cada día). Como dice Sam Harris (autor de libros que tratan sobre el tema ateo) la religión es solo una ciencia fallida y agrego yo: la religión es tambien un medio de consecución del poder.

Dice Ayn Rand (al inicio del libro “El Nuevo Intelectual”) que el Attila (aluciendo al gran guerrero asi como al político) te controla por la utilización de la fuerza terrenal, Attila quiere apoderarse de tu vida en la tierra, en contraste el Medico Brujo (el místico y religioso) te controla por la utilización de la “fuerza espiritual”, te convence de que el tiene el conocimiento exclusivo de lo que existe luego de tu muerte. La colusión entre Attila y el Medico Brujo da como resultado nuestro flamante modelo actual de moralidad.

Aún así, veo una ultima oportunidad del catolicismo (y ultimamente de cualquier religión) en la medida que adopten un modelo descentralizado, aplicando reglas de libre mercado y practicando lo que prediquen al máximo. 
Estarán dispuestos a tomar ese gran salto de fe?
Paz!